domingo, 28 de febrero de 2010

.


El cigarrillo cada vez está más cerca del fósforo encendido.

El sofá se me hace gigante, el intento de plagiar a Guayasamín me abruma, en especial la imagen que es.

El cenicero, lleno de fósforos apagados en mi intento de no arruinar lo que con esfuerzo pensé, ni me interesaba lograr. El cigarrillo en mi boca, el filtro ya húmedo.

Está sentado en la sala del apartamento, son las 3:15 de la mañana, desde que colgó el teléfono está así. El pie lo mueve de manera descontrolada, lleva ya casi media caja de fósforos gastada. Sólo mira el Guayasamín, mueve el pie e intenta no caer en la tentación. Se enteró que tienen a su primo en el hospital, está muy grave.

Su primo vive en la capital desde hace dos años, cuando decidió que su pareja era más importante que las apariencias que deseaba guardar su familia. Tiene casi los treinta. En éste momento no se cree que vaya a llegar. Acaba de llamar Ramón, está muy mal, su voz ronca se quebró cuando le explicó la situación a Ezequiel. El amor de su vida está en una condición muy delicada de salud debido a tres tiros. Luís era y aún seguía siendo el protegido de Ezequiel. Las preferencias existen y éste era el preferido de sus primos desde niño. Siempre andaban juntos cuando jóvenes. Ezequiel fue la primera persona de la familia que se enteró de la inclinación sexual de su primo. Lo apoyó y lo acompañó, mucho, quizá más de la cuenta. Lo defendió cuando le contó a sus padres, el día que lo hizo, llevó a Ezequiel con él, hasta ese momento nadie más sabía. Desde ese día, en el que “Eze” había sido su apoyo, la vida en relación con su familia se volcó insoportable, supuestamente se habían resignado e iban a intentar vivir con eso, pero no apoyaban a su hijo en el ámbito público y le rogaban que fuera algo muy “bajo perfil.” Luís se aguantó esto un tiempo, unos años, hasta que conoció a Ramón, profesor, veinte años mayor, homosexual en la esfera privada y pública. Empezaron un romance, romance entre estudiante-alumno muy clandestino por ser esto algo complicado por la situación y la posición de ambos. Cuando Luís acabó el postgrado, siguió siendo privado, oculto, silente para la sociedad por el amor, el respeto y la idiotez que sentía hacía sus padres. Ramón se cansó del asunto y aceptó un trabajo en una universidad en Bogotá. Luis no aguantó más, abrió los ojos, Ezequiel le ayudó a despegar los parpados, se fue. Juntos tenían una muy bella relación, tanto en lo personal como en lo laboral, trabajan juntos, así lo se lo aseguraba a su primo, cuando lo llamaba, casi todas las semanas.

Ezequiel viaja, llega a la clínica, se encuentra con Ramón. Su primo acaba de fallecer. Ezequiel no parece asimilarlo. Se va luego de abrazar a quien consideró como un cuñado, se esconde en un baño y trata de devolver su vida, de ver cada momento que lo ha marcado o que simplemente recuerda, en especial, los que compartió con su primo.

Su primo le ha dejado los ahorros. Luego de los trámites, recibe el dinero, se queda un tiempo acompañando a Ramón. Regresa a su ciudad. En un intento de reestructuración de su vida, guarda muchos recuerdos, muchos momentos reflejados, abandona una parte de su vida, se desprende un poco de su familia, que no se ha enterado de la muerte de Luís, pues lo dieron por muerto cuando decidió marcharse. Ezequiel calla. Se da cuenta que están arrendando el local que queda debajo de su apartamento. Lo alquila. Lo convierte en un café-bar-restaurante, en uno como le hubiera gustado tener a su primo. Invierte el dinero que éste le dejó. Con su conocimiento en cocina, no ve fracaso.

Hoy prendo el cigarrillo de nuevo, el filtro está muy húmedo, no me importa, no sé qué ha pasado. Estoy dentro de mi vida, viendo lo que ha pasado, me he quedado en ese momento. Sé que no será el último cigarrillo, sé que el estrés y la ansiedad no se me irán. Es como haber vuelto, a estar en el baño del hospital, es como volver a sentir ese sufrimiento, ver.

jueves, 25 de febrero de 2010

Flavors.¿Cuáles?



Andrea ha corroborado lo que quien estaba antes de ella me había insinuado, muy sutil. No sé sí sea así, he intentado en varias ocasiones realizar una lectura propia, meterme en mi, en mi interior, verme como soy, no lo logro. Trato de ver que tan símiles fueron las relaciones, para ver si es algo que ha sucedido. He intentado, no lo he logrado, no es que no haya podido distinguir algo en especial, es que no he logrado revisar en mi qué es lo que pasa. No creo en los psicólogos ni en los libros de autoayuda, mas creo en la introspección personal de libre decisión no inducida por un tercero, de maneras tan distantes pero tan relacionadas.
Tengo un llavero, es una boca, grande, roja, pero sin la lengua afuera, ésta guarda silencio y expresión alguna. Fue uno de los regalos de Tatiana. Psicóloga fracasada, pero no por ser mala en su profesión sino por el mal que achaca a la sociedad y la falta de las oportunidades que hay en ésta nuestra patria, que le tocó reinventarse, cambiar los libros por la batidora y los textos de Freud por las recetas de su mamá. Empezó a hacer y a vender comida, eso sí a los habitantes de ésta patria, el apetito aún no se les ha perdido. Me ofreció sus productos antes de abrir el negocio, eran muy buenos, de lo contrario no hubiera aceptado y mucho menos hubiera inaugurado con ellos. Un café dio paso a un exquisito tiramisú inundado en alcohol y fuerte tostión, con exceso de amaretto y café, fuerte, como los amo, acompañado con un cigarrillo (en ese entonces no los guardaba para no caer en tentación y con ella, cómo dejarlos. ¿tentación que se superó?), luego del primer cigarro un trago de amaretto con unas gotas de naranja (jugo, zumo), qué combinación, combinación que compartíamos, combinación de la que surgió una relación muy bonita y tormentosa, lo primero al parecer sólo lo creía yo, creo, lo segundo ella y luego me lo transmitió, pero un tormento sin tormenta, un tormento que guardaba la calma y era apaciguado por mí, un peor tormento decía ella. De todas las cosas que me obsequió, materiales, quise guardar el llavero, lo demás lo quemé, al igual que hice con lo de Andrea. El llavero como recuerdo de lo que ella me dio a entender como conclusión de cierre a la relación, mi silencio ante lo que pasaba, cómo me dejaba llevar por la vida, que reflejaba (sentimental y emocionalmente) más con el último pedazo del tiramisú y el primer sorbo del amaretto o espresso que con los problemas que ella suscitaba y con las peleas que surgían. “La relación estaba destinada al fracaso” eso lo dijo (¡que cliché!), cuando la mató, era una mezcla de sexo con negocio. Sexo y dinero. Que no habían sentimientos involucrados que no compartíamos nada más, que yo no me, ni se lo permitía, que no exponía nada y demostraba lo mismo. Quizá ella quería un cliente por partida doble. La relación duró más de lo que ella pensó, como 32 semanas. El llavero está por ahí, sé que lo conservé.
El cigarrillo que no me fumo, por la vida que supuestamente vivo a conformidad y deseo prolongar. El llavero que calla quien soy pero que refleja la nada, el vacío que me achaca y que se vive cuando comparto, lo mismo.
Andrea dedicada al negocio desde hacía ya un buen rato, llegó al igual que Laura, cuando no la estaba buscando pero la necesitaba, a ella o a alguien que reemplazara, solamente en el negocio, pero que luego se incrustó y se aposentó el sillón vacío de mi gran interior, lo dijo, pero no se sí sea así, tanta repetición así sea falsa, quizá pueda generar una verdad o simplemente un tema de apropiación. Fue algo más simple, esta vez no había Tiramisú ni café. Sólo alcohol, puro y removedor de conciencias y apaciguador de verdades, de la realidad. El aguardiente del valle su pasión estimulante, lo compartíamos pero a mí me quema, me quemaba, sensación pasada superada por la constancia y la circunstancia. Encontró en mí un resguardo y un apoyo, o así quise verme, ahora me pregunto si lo fui. Su hijo un factor importante en su vida, pero el estar sola hacia que se sintiera frágil ante esa, supuesta relación incondicional y amorosa. Luchadora, posesiva, frágil. Dos meses, quizás un poco más, algunas pequeñeces otorgadas con algún valor no material quemadas, fuego del que se salvó un lapicero, me lo dio sin mina, aún esta vacío, gota de más en la tinta que manchó la relación por fuera de la hoja, cuando lo sacó en cara el día que antepuso la relación ante la búsqueda de la experiencia de su vida y de cómo enfrentarse a ella.
Silencio y
vacío rondan mi ser en un intento de cuestionamiento, auto. Ambos han salido de las dos últimas relaciones o intento de éstas, de las anteriores guardo los recuerdos a los que miraba como superiores que algo material con un significado, alguno, trascendental.
No soy amante de guardar cosas que no necesito, ahora lo que guardo me intenta reflejar la exploración, de qué, de quién. Cuestionamiento que antes no tenía cabida y que si continúo igual no creo que futuro vaya a tener. Afrontar o conocer, buscar.

lunes, 15 de febrero de 2010

Welcome.Goodbye. Laura Y Ezequiel.

.UNO.

-¿Ya te atendieron?

-No.

-Qué pena, lo que pasa es estamos un poco llenos. Dime. ¿Ya sabes qué vas a pedir?

-No. ¿Qué me recomienda?

-No sé. Depende lo que quieras. Algo de tomar o de comer, algo frío o caliente, con café o licor.

-Algo con café.

-¿Frío o caliente?

-Caliente.

-¿Alcohol?

-Un poco no estaría mal.

-Bueno te puedo recomendar…

-No así está bien. Ya con todas las especificaciones lo dejo a su elección.

-¿Segura?

-Si. ¿No confía?

-Está bien.

.DOS.

-Aquí está.

-¿Qué es?

-Dos Puntos.

-¿Qué tiene?

-Espresso doble, leche condensada, chocolate amargo, leche batida y Frangelico.

-Delicioso, espero. Gracias. ¿Administrador?

-Si.

-Y también el dueño, no?

-Si. ¿Por qué?

-Lo que pasa es que vengo a ofrecer unos productos. Hago postres y tortas.

-Veo. Mira, si quieres, dame unos minutos ya vuelvo.

-Está bien.

.TRES.

-Bueno ahora sí. Cuéntame.

-Me encantó el café.

-Me alegro. ¿Algo más?

-¿Qué?

-Que si deseas algo más.

-No así estoy bien. Bueno como te dije, hago postres y tortas. Estoy empezando en el negocio y pues me gustaría saber sí te interesa.

-La verdad, te dije que me esperaras un momento porque si. Desde la semana pasada estoy buscando alguien que pueda reemplazar. Voy a cambiar toda la carta de repostería.

-No te ha ido muy bien con lo que estas ofreciendo?

-No es eso. Me cansé de los productos y los productos de mí. Han tenido buena acogida. La verdad desde que abrimos he cambiado una vez. Está sería la segunda.

-Cómo que los productos se cansaron?

-Si. Tendría que ver y probar lo que tú haces. Aquí trabajo y me gustaría seguir trabajando con tres sabores de tortas, muffins, tres postres y dos de galletas. Podrías?

-Claro. Algunos en especial?

-No me gusta predisponer. Mira. Lo que no me gusta no se vende, en eso soy un poco complicado. Si tengo problemas, por más que me gusten los quito. Si me gusta lo que haces, hablaríamos de negocios, te dejaría entrar al café.

-Gracias. Te podría traer algunas muestras. Escogerías y de eso depende. Es poco probable que no quieras trabajar conmigo. Te va a gustar. Hasta podrías aumentar. Que los tres se sumen y los dos se multipliquen.

-Veo. Los egos sobrepasan los tamaños de los moldes. Pues eres mi primera opción. No he hecho nada por falta de tiempo. Me habían recomendado a alguien pero ya has venido.

-No son egos. Son aceptaciones. Reconozco lo que hago. Y bueno, lo has dicho, he venido. Quizá me pueda quedar.

-Cuando podes traerme todo.

-Yo creo que para pasado mañana. ¿Está bien?

-Tráeme las descripciones. No las recetas. Sólo lo que tienen y como se llaman, para ti.

-Obvio no las traería. Listo así quedamos. ¿Cuánto te debo?

-Si me gusta, no pagás. Cortesía. De lo contrario ahí hablamos.

-Está bien. Laura.

-Ezequiel.

.CUATRO.

-Ezequiel. Es la Laura.

-¿Cómo vas?

-No sé, ¿cómo voy?

-Ah! Pero preguntas. Bien. No creo en el egocentrismo que es más grande que quien lo dice pero estabas un poco en lo cierto. Es mejor de lo que esperaba y lo mejor con lo que podría trabajar hasta el momento si el sabor de las muestras no cambian al cambiar el tamaño, claro.

-Bueno, me alegro, de verdad. Claro no cambian, mejoran. Era lo que necesitaba oír. Bueno, lo sabía.

-Me alegro. Pero los tres se quedan tres y el dos no aumenta. Ya decidí cuales son. Te agradezco haber traído una cotización.

-Un plus de la confianza que tengo.

-Pasada pero bien puesta. Tendrías que venir. Hablamos cuales son y confirmamos los precios y cantidades.

-Me parece. Puedo más tarde.

-Si. Más tarde está bien. Te espero.

.CINCO.

-Tantos sabores en éste sitio y tanta simpleza en tu vida.

-Si, está bien. Aquí está tu pago. Lo que te debía de la última vez que me dijiste lo mismo pero venías con un pedido. Agradece, ahora no vas a volver.

-También vas a mostrarle a ella lo plano que hay dentro de ti. También la vas a aburrir. Porque es la tercera que entra haciendo lo mismo, las otras dos caímos y vimos también el abismo sin sabores que hay dentro de ti, sólo que no se ve tan pronto. Por lo menos me hubieras podido decir. Ja! No puedes distinguir las cosas ni separarlas. Un vacio con enredos

-Quería evitarme estas cosas de manera prolongada. Si tan plano y soso, como dijiste, soy de qué y por qué sufres.

-No sufro. Sólo que… seas como sos. Me fastidia.

-No puedo trabajar con alguien así. Me incomoda. Ya sé que estas cosas no se deben mezclar. Pero si tanto te estorbo te dejo ir.

-¿Dejárme ir?. Pendejo. Es sólo el dinero. Sabías que lo necesitaba y contaba con él. sólo que el aguantarte resultó más complicado. Además no pensé que mezclaras las cosas. Pero igual debí suponerlo.

-Si, está bien. Lo que querás.

-Ezequiel? Ah! Perdón. Interrumpo?

-Dale Laura seguí.

-Veo. Espero no volverte a ver.

-Qué pena, no sabía que estabas ocupado.

-No hay problema. Mejor así. Mira, estos son. Ahora sí hablemos.

-Está bien.



domingo, 7 de febrero de 2010

iNSiDE



Ezequiel (S) pasa el tiempo entre dos pisos. Al lado de la entrada del apartamento está la cocina, aquí tiene lo básico, una estufa de dos boquillas y una nevera, el resto de implementos están en la cocina del café. Al frente de esta hay una mesa, como las mesas del bar, sólo que con una silla en éste caso. Encima de la mesa un control remoto, control de un televisor que está en el piso situado de manera que se pueda ver desde la silla. El control habita tiempo completo en la mesa, el televisor en el piso, desconectado. Al frente de la mesa el cuarto, tiene una cama grande con un hundido en un lado, en este momento tiene sabanas blancas como todas las otras, un nochero de madera oscura al igual que la cama, el closet y un sillón que sólo contrasta con las paredes y se acopla a lo oscuro que hay en éste. En el nochero guarda dos libros, que lee y relee sin interés alguno cuando no puede dormir, un reloj sin pila, un encendedor y un paquete de cigarrillos, los últimos que compró cuando decidió dejarlo, hace ya un tiempo atrás debido a unos dolores en el pecho, sobre éste una lámpara. En el closet tres pares de zapatos, dos informales y unos deportivos, jeans, camisas manga larga, manga corta, camisetas, blancas, negras, grises, azules oscuras y una roja que aún conserva la etiqueta.

Sólo hay un baño, grande con una tina/ducha antigua, un inodoro, un lavamanos, una repisa que sostiene dos lociones, que dan la impresión de haberse ido gastando con el tiempo, éste se ve en sus frascos, una barbera y un tarro de espuma para afeitar. También hay un espejo, el único del baño, el segundo de la casa, el primero al frente de la entrada, en un muro que tapa el sofá que está frente a una pared al lado de la mesa. El sofá al frente de una pared blanca como todas las otras, sin contar una roja de la cocina. En la pared un cuadro que ocupa casi todo el espacio horizontal pintado por él, en un intento de copiar uno de Guayasamin, rojos, blancos y negros, en intento, es lo único que ha exhibido (para sí mismo de sus dibujos y pinturas, el restos reposan en una caja en la bodega del café) y lo último que ha pintado. Al lado del sofá largo y negro, hay un ventanal desde donde se puede ver la calle y las mesas del bar.

Al salir del apartamento, escaleras que conducen a una puerta, la entrada al bar por la cocina. La cocina no es tan grande, tiene lo elemental lo esencial para producir lo que realizan, lo que se vende. Al salir, la barra, donde se preparan todas las bebidas y está exhibido algo de la repostería que se ofrece, una nevera con lo mismo. Hay diez mesas, algunas acompañadas con sillas, otras con sillones. Pequeños afiches de comidas y bebidas, dibujos, clásicos del cine y músicos, todos conseguidos a precios muy bajos en un almacén de afiches, no es por alguna afinidad en especial. En las paredes, blancas y rojas, también cuelgan espejos de diferentes tamaños y formas. Afuera cinco mesas, sillas y ceniceros, a diferencia de las velas, candelabros, flores y pequeños floreros que yacen en las mesas del interior.


jueves, 4 de febrero de 2010

EZ




Me nombraron Ezequiel, como el profeta, como el fortalecido por Dios según su significado en hebreo. De lo anterior me dí cuenta mucho tiempo después, de lo primero, cuando en el colegio me hacían escribir éste nombre, de manera obsesionada hasta que lo hiciera cada vez mejor para mostrárselo a mis padres, quienes no creo que me hallan nombrado por los aspectos religiosos, de hecho no sé por qué o en qué se basaron, lo único que escuché una vez a manera de broma (así lo asumí), fue que “era un nombre fuerte que tiene hasta la última letra del abecedario”, lo irónico fue que con el tiempo la gente empezó a llamarme “ese“ (S), como la letra con la que se escribe SOSO. Lo anterior no lo deduje ni lo pensé ni lo supuse siquiera Yo, me lo dijeron, casi, me dieron a entender. Desde ahí, me intrigué por conocer sobre el significado, no desde la perspectiva de mis padres sino desde mi punto de vista, como a intento de introspección.

Vivo solo, en un apartamento ubicado en el segundo y último piso, en el primero hay un café, como lo que los franceses llamarían un bistró, pero en Colombia, adaptado. Yo soy el dueño. A mis treinta y ocho años no es mucho, según lo considero, lo que haya hecho. Empecé tres carreras, no terminé ninguna pero empecé a trabajar y con el tiempo ahorré lo suficiente para dar la cuota inicial del local. El sitio es un bar-café restaurante, es un sitio tal y como a mí me gusta, sino fuera mío, sería cliente. Abrimos temprano, cerramos tarde, hay aire acondicionado y también mesas al aire libre, se venden productos con café, con licor, la mezcla de estos dos y otras, hay comida, en especial emparedados, ensaladas y pizzas. No es muy grande pero se ha ido consolidando en el sector. Tiendo a ser muy meticuloso, todo lo que se vende a excepción de lo que tiene que ver con repostería, son creaciones originales, propias, no saco un producto nuevo sin estar completamente seguro que me satisfaga y del mismo modo lo pueda hacer con mis clientes.

Algunas veces me levanto con ganas de caminar, con ganas de salir de mi rutina, camino, observo, salgo de mi entorno y me sumerjo en el otro más amplio. Tengo poca relación con personas apáticas al café. Hace poco conocí a Laura la joven que se encarga de toda la repostería, es nueva, he tenido con ella tres en el bar, las dos últimas, con algunos desacuerdo han intentado darme a entender que soy como la palabra que se escribe con “ese”, como me dicen, que contiene “o” y no es para pedir ayuda.