viernes, 23 de abril de 2010

.ORDEN.

EZ (presentación del personaje)
E-Zin Sabor (las relaciones de Ezequiel contadas a través de los objetos y regalos)
EZ y ELLA (diálogo entre Ezequiel y Laura. Cuando se conocen)
EZpacio (los lugares físicos que habita Ezequiel)
EZ (la llamada y cuando se da cuenta de la muerte de su primo junto con la escena)
Ezequiel y el Primo. (donde se muestra la relación de Ezequiel con su primo)
Visita (la visita de Antonieta al café)
ViajEZ (el viaje de Ezequiel a Palermo)
dEZEnlace (final de la historia)

Estos serían los capitos que entrarían. Quizá todos en desorden y que el lector vaya uniendo los capítulos.

"I Scream. You Scream. We all Scream for ice Cream."





Hoy llegué de Palermo. Laura quedó encargada del café. Se quedó a dormir en mí apartamento. Acabo de entrar, está acostada en el sofá, tiene una sábana blanca sobre su cuerpo, está desnuda, se le puede ver una parte de su seno derecho, su pelo cae por los bordes del sofá, una pierna destapada.

Pongo a hacer café, me siento en una banca de la barra de la cocina, contemplo. Puedo ver la luz ya entrando en la habitación, le está llegando a su cuerpo. El café ya está, abro la nevera y encuentro una caja que tiene un papel encima que dice: “bienvenido”, la tomo y la abro, me siento en un sillón que está cercano al sofá, pongo el pocillo en la mesa, al parecer es una de sus nuevas creaciones. Un pie de pecanas y trozos de chocolate amargo con un ligero toque de licor de cacao. Parto un pedazo con el tenedor. Subo la mirada y está despertándose.

Se despereza de manera suave y aún entre dormida. No se percata de su desnudez o hace caso omiso. Me mira y sonríe. Le digo que está delicioso. Me pregunta cómo me fue. Sonrío. Tomo un sorbo de café y otro pedazo del pie. Tomo otro sorbo de café. Me acerco a ella y me arrodillo ante el sofá, ante su cara. Siento que intenta robarse mi aliento. Delicioso- dice. Le doy un beso muy cerca al labio. Se sube la sábana y tapa su seno. Se despereza de nuevo y sonríe igual. Pongo el pocillo y el plato en la mesa. Le doy un beso en la boca. La abre. Me mira. Se sienta en el sofá y me atrae con sus manos. La sábana se ha deslizado por su torso. Me besa. Quito la sábana del sofá.

Juntos terminamos el pie y el café, ya frío.



lunes, 19 de abril de 2010

.ella, él, ella, él, ellos, eso(s) doZ.





¿INportA?



El café estaba un poco vacío. No había mucho por hacer aquella tarde. Llegó una bella mujer de pelo color zanahoria, zanahorias como la que usa Laura en su torta junto con almendras, pasas y brandy. Se acercó al mostrador, le pude ver una pequeña mancha que parecía chocolate, llamaba la atención sobre su piel.

- hola, quiero algo con chocolate, qué tienes?

- Hola. Bueno tengo volcán de chocolate relleno de chocolate blanco y amargo. Tengo un postre con los tres chocolates, almendras caramelizadas y coulis de uchuva. También…

- Ése, y me regalas un vaso con agua.

- Está bien.

Partí la porción, saqué un pedazo pequeño para mí, sin salsa, dos tenedores, mientras la acababa de decorar y se la llevé. Después de volver al mostrador volví la mirada hacía la mesa. La mujer lloraba y mientras lo hacía lamía el postre, las manos entre las piernas. Me acerqué a preguntarle sí le pasaba algo, levantó los ojos, se paró de inmediato y me lamió el labio inferior, al parecer tenía rastros de chocolate también. Me pareció demasiado raro pero no actué de manera opuesta a lo sucedido.

Dijo que no tenía sabor, pero aun así me pidió un beso. Creo que podría haber atracción alguna entre los dos. No lo niego, posiblemente en otro momento hubiera afirmado esa atracción que ella mencionaba, así fuera falsa, pero la verdad no me interesaba, no me sentía en momento y menos en situación de dar rienda suelta a los deseos reprimidos de una completa bella y confusa desconocida en donde mí retribución sería el goce, el de ella, quién sabe; conflictos tenemos todos, resoluciones para éstos varían.

Le pregunté su nombre, Antonieta, como de muñeca, como de no existir. Luego de repetir que no tenía sabor, que quizá era un amargo lo que quedaba en su boca luego de haberme lamido, insistía en que había atracción y que me iba a dar la oportunidad de resarcirme ante ella con los sabores del resto de mi cuerpo. Deseaba probarme.

Llegó Laura con los postres, me saludó con un beso muy cerca a los labios, pobre quizá pudo probar un poco de ésta cliente que al ver lo sucedido dejó un billete en la mesa, cogió su bolso, se sobó el pelo, miró el piso y aceleró el paso. Se marchó aún con la misma mancha de chocolate con la que entró.

Yo seguí mi trabajo, recogí el sobrado de sus lamidas y lavé el plato. El mundo es una gran mancha que ofrece múltiples tonalidades y mezclas. Cada quien con sus saturaciones y manera de vivir. Es aceptar lo que pasa e intentar resolver, que el mundo interno puede ser como nos lo planteamos y el externo como se nos plantea todos los días.

Mañana viajo. Laura se quedará encargada del café, confío en ella. Después de la visita compartimos un nuevo postre y dos cafés, ultimamos detalles. Sé que voy a exhalar muy fuerte, pero ya estoy comenzando a inhalar de nuevo.

viernes, 9 de abril de 2010

{.}

Conocí a Gabriel en Adrià de Besòs, Barcelona. Lo conocí por referencia de las personas en la búsqueda de transporte. Lo conocí limpiando un baúl. Habíamos parado ahí según el itinerario para buscar transporte hacia Palermo y así fue, nos sumergimos en (la) Melancolía.

Llegamos a Palermo. Luis desapareció en el aire. Permaneció en nosotros. Ramón no pudo quedarse mucho. Gabriel, el señor que nos llevó comentó que se iba a quedar que sí quería podía buscarlo cuando decidiera irme, quería conocer, recorrer y hacer propio aquel entorno que sucumbía en su belleza. Querer que lo que no es nuestro lo sea, así sea por un corto periodo de tiempo contrastando y contrarrestando nuestra realidad. Yo decidí quedarme un día más. O quizá dos.

Visité la playa de Mondello y recorrí uno de sus mercados, admiré la belleza de las frutas y las delicias artesanales que se podían ver. Entendí el deseo y la frustración de Luis al no poder venir en vida. Admiré, recorrí y degusté, tanto sus alimentos y propuestas como su ambiente, el entorno y la tranquilidad, una calma me recorría.

Llegué a un café y tomé asiento, pedí un vaso con agua y pude ver que alguien me llamaba de una mesa, era Gabriel, estaba sentado en una mesa al lado del vitral que daba a la calle. Me senté con él.

Le pregunté por el baúl. Me contó sobre su historia y sobre sus recuerdos de manera muy vaga. Me pareció una persona un poco rara, quizá porque pude ver un poco de mí en él…

“Los recuerdos son de la mente y el cuerpo, vuelven a uno cuando sea necesario o cuando los llames. Si se extravían en el tiempo y en el espacio universal o de tú mundo por alguna razón será. Es el valor que le damos a los objetos, a lo material, es un intento de aferrarnos a lo engañosa que pueda ser la memoria; es un intento de no querer soltar. Por eso mis recuerdos, los que quiero conservar están en mí, guardados y asimismo en un baúl. No siempre podemos cargar con nuestras maletas, por lo que no siempre podemos vivir en el pasado, enfrascados en los recuerdos. Los pasos que diste para llegar aquí nunca serán los mismos, han sido cosa del pasado, tú presente se agota con cada respiro o con cada intento de no soltar el pasado por frustrante que sea. Cuando nos aferramos a lo que hemos vivido, es el resultado de la falta de superación. Superación de lo que sea cuando nuestro ayer martilla brusco nuestro hoy, hay que buscar qué se hace; o sumergirnos en nuestro propio hoyo negro de la memoria o afrontar los vientos del hoy. Despedir, olvidar, concluir, por funesto que pueda resultar, sí es que se desea vivir o intentar hacerlo.”

Gabriel se quedó pero me presentó a alguien que había conocido y quien podría ayudar en mí viaje mi destino permanente. Tuve ganas de abrazarlo al despedirme, él simplemente me dio la mano.

miércoles, 7 de abril de 2010

.NADA.

“Televisión, para borrarse de la transmisión

revólver sexual, para la ruleta rusa

La oscuridad me acecha incrédula.

Nada que pueda perder, Nada que no pueda hacer, Algo que te alivie. Algo que me cure.

Nada que pueda perder, Nada que no pueda hacer, Algo que te alivie. Algo que me cure.

Transfusión, de magia pura para el corazón, Rimel de miel pa corregir la tristeza

televisión, para borrarse de la transmisión revólver sexual, para la ruleta rusa…”

domingo, 4 de abril de 2010

Cenizas. Luis. Sobre Palermo.



Acabo de llegar a Palermo. Después de unas cuantas paradas para conocer e intentar soltar y reconocer. Hoy la muerte está presente como el aire, no se puede hablar de lo uno sin lo otro, los opuestos, las realidades, la vida sin la muerte, la muerte sin la vida. Afrontar y reconocer, aceptar y continuar, vivir y superar.

Luis me escribía de manera constante. Antes de su muerte, había estado escribiendo algo. Hacía poco habían llegado de un viaje, habían recorrido una parte Italia. Luego de llegar pudo conocer Palermo, la cual no había visitado, la vio en una película; Luis había quedado enamorado. Junto con lo anterior, comentaba en la carta que la próxima vez que hicieran un viaje sería primero a Palermo y luego a los otros destinos y quería que yo los acompañara. No hubiera dicho que no, pero a la larga no podía decir nada, la carta no llegó a mis ojos sino después de la muerte de Luís; Ramón decidió mostrármela justo antes de irme.

Hoy he decidido hablar con ramón, preguntarle por Luis. Las cenizas siguen en su apartamento. Le he hecho una propuesta, como cual película me siento en un gran cliché, cliché que poco me importa ante los deseos de mi primo. Ramón acepta viajar conmigo.

El bar puede funcionar sólo, con sus colaboradores por unos días. Laura además de la encargada de la repostería, se ha convertido en un apoyo aunque ella poco lo sospeche, decidió colaborar debido al viaje. Le confío, más que en nuestros diálogos que han sido pocos, en su ser.

Hoy estoy aquí, al igual que él. Ramón nos acompaña, te acompaña. Has estado aquí tres días. Y te quedaras en cuerpo. Pero en nuestro ser, mente y corazón quedaras por siempre.