lunes, 19 de abril de 2010

¿INportA?



El café estaba un poco vacío. No había mucho por hacer aquella tarde. Llegó una bella mujer de pelo color zanahoria, zanahorias como la que usa Laura en su torta junto con almendras, pasas y brandy. Se acercó al mostrador, le pude ver una pequeña mancha que parecía chocolate, llamaba la atención sobre su piel.

- hola, quiero algo con chocolate, qué tienes?

- Hola. Bueno tengo volcán de chocolate relleno de chocolate blanco y amargo. Tengo un postre con los tres chocolates, almendras caramelizadas y coulis de uchuva. También…

- Ése, y me regalas un vaso con agua.

- Está bien.

Partí la porción, saqué un pedazo pequeño para mí, sin salsa, dos tenedores, mientras la acababa de decorar y se la llevé. Después de volver al mostrador volví la mirada hacía la mesa. La mujer lloraba y mientras lo hacía lamía el postre, las manos entre las piernas. Me acerqué a preguntarle sí le pasaba algo, levantó los ojos, se paró de inmediato y me lamió el labio inferior, al parecer tenía rastros de chocolate también. Me pareció demasiado raro pero no actué de manera opuesta a lo sucedido.

Dijo que no tenía sabor, pero aun así me pidió un beso. Creo que podría haber atracción alguna entre los dos. No lo niego, posiblemente en otro momento hubiera afirmado esa atracción que ella mencionaba, así fuera falsa, pero la verdad no me interesaba, no me sentía en momento y menos en situación de dar rienda suelta a los deseos reprimidos de una completa bella y confusa desconocida en donde mí retribución sería el goce, el de ella, quién sabe; conflictos tenemos todos, resoluciones para éstos varían.

Le pregunté su nombre, Antonieta, como de muñeca, como de no existir. Luego de repetir que no tenía sabor, que quizá era un amargo lo que quedaba en su boca luego de haberme lamido, insistía en que había atracción y que me iba a dar la oportunidad de resarcirme ante ella con los sabores del resto de mi cuerpo. Deseaba probarme.

Llegó Laura con los postres, me saludó con un beso muy cerca a los labios, pobre quizá pudo probar un poco de ésta cliente que al ver lo sucedido dejó un billete en la mesa, cogió su bolso, se sobó el pelo, miró el piso y aceleró el paso. Se marchó aún con la misma mancha de chocolate con la que entró.

Yo seguí mi trabajo, recogí el sobrado de sus lamidas y lavé el plato. El mundo es una gran mancha que ofrece múltiples tonalidades y mezclas. Cada quien con sus saturaciones y manera de vivir. Es aceptar lo que pasa e intentar resolver, que el mundo interno puede ser como nos lo planteamos y el externo como se nos plantea todos los días.

Mañana viajo. Laura se quedará encargada del café, confío en ella. Después de la visita compartimos un nuevo postre y dos cafés, ultimamos detalles. Sé que voy a exhalar muy fuerte, pero ya estoy comenzando a inhalar de nuevo.

2 comentarios:

  1. Este Ezequiel si es bien raro, hasta para recordar, recuerda sólo lo que le conviene porque según Antonieta fue muy distinto lo que pasó. Es muy bello el texto Mateo.
    Para corregir algunas cositas: Ése, y me regalas...; resoluciones para éstos varían; boca, luego; pobre, quizá pudo...

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  2. lo que pasa es que Antonieta lo cogió por el lado que Ez no quería entonces pues ni modo y creo que sí me meto con eso afectaría la historia y su final, no sé creo que no tendría mucha cabida. quedaría más en el aire el evento

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